El viernes 11 de marzo no visitaron dos artistas veteranos: Segundo Falcón y Manolo Franco, que nos deleitaron con su arte. Iniciaron su actuación con una salida muy personal por cantiñas, seguida del mirabrás y cerraron con la cantiña de Pinini.
En segundo lugar hicieron una sucesión de varios cantes con una misma base armónica, partiendo de las peteneras chica y grande, siguiendo con una soleá apolá, para terminar con malagueña, rondeña y verdial, que resultaron muy musicales y muy bien ligados. Continuó con la caña tradicional y cerró con lo que el denominó como policaña y que Pepe el de la Matrona llamaba polo natural antiguo “Eres el diablo, romera…
Por seguiriyas se acordaron de Tomás el Nitri, Paco La Luz, Antonio Mairena y cerraron con la cabal de Silverio. En el siguiente tema, otra vez volvió Segundo a combinar varios cantes, es esta ocasión empezó contando por tarantos y tarantas, para adentrarse en el compás de tangos de Granada, Linares y Badajoz.
Extensa fue la interpretación por soleá donde desgranaron los estilos trianeros con alguna inclusión de soleá apolá. Ambos, cantaor y guitarrista, estuvieron magníficos, plenos de conocimiento, dominando estos estilo y ajustados en todo momento al compás requerido.
A continuación, sorprendieron haciendo un cante que últimamente se hace poco en las peñas: la guajira. Su interpretación, muy rítmica, fue brillante destacando las falsetas y cierres de Manolo Franco que en todo momento arroparon y embellecieron el cante de Segundo Falcón. No fue menos espectacular las bulerías con que cerraron el recital quedando, una vez más, patente la gran conjunción entre estos artistas.
Mención especial merece Manolo Franco, – que según nos explicó estrenaba guitarra del constructor almeriense Juan Miguel González-, que si a lo largo de los años ha demostrado suficientemente estar entre la élite de los guitarristas flamenco, hoy en su madurez, aún pone más de manifiesto su maestría acompañando al cante. En definitiva, una magnífica noche de cante de esas que nos ayudan a olvidar los años lúgubres de la pandemia.