Siguiendo la programación del curso 2018/2019 iniciamos el nuevo año con una joven cantaora que no había visitado aún nuestra peña, pero de la que teníamos muy buenas referencias. Las buenas expectativas que había sobre su cante se cumplieron con creces durante su actuación.
En una deferencia hacia nuestra peña inició su recital con los cantes de la tierra: las tarantas. Hizo dos, la primera la famosa “que mira lo que te he comprao…”, atribuida al Cojo de Málaga y la segunda no menos famosa de la Gabriela que popularizara La Niña de los Peines. A continuación se extendió cantando por soleá demostrando el dominio del compás propio de los gitanos de Andalucía la baja; empezó, como es habitual, por Alcalá, haciendo un amplio recorrido por estos cantes pasando por Jerez, Triana y los de su pueblo Lebrija recordando el estilo de Juaniquí. También fue extensa y original su actuación por tangos, donde puso de manifiesto la brillantez y jondura de su voz que parece hecha para los cantes de compás. Además de los tradicionales tangos granadinos, trianeros y jerezanos, metió por este palo melodías que se cantan por bulerías como algunos fragmentos del Nuevo Día de Lole y Manuel o la conocida canción Pa mi Manuela del jerezano Diego Carrasco.
Continuó su recital haciendo dos estilos de malagueñas: la primera de discutida procedencia y la segunda claramente la tradicional de Enrique el Mellizo. Siguiendo la línea de los cantes libres de compás hizo un par de fandangos inspirados en Fernanda de Utrera.
El momento álgido de la noche llegó con su cante por siguiriyas de clara inspiración jerezana, donde pudo poner de manifiesto la excelencia de su voz y sobre todo su manera de entender el cante jondo: su entrega, expresividad, que no se limita a ejecutar correctamente el cante, sino que se produce una comunión entre música e interprete, que envuelve al público y lo emociona. Fue en este cante de gran entidad, donde Anabel consiguió los mejores momentos de la noche. Cerró su actuación, como es habitual ya en la mayoría de los recitales, por bulerias; en este caso de claro corte lebrijano rematadas con unos airosos pasos de baile que pusieron en pie al público.

Anabel estuvo todo el tiempo arropada por Curro Vargas a la guitarra. Dejaron claro, guitarra y voz, su gran compenetración, sobre todo en los cantes de compás. Es Curro un tocaor con oficio que se nota su formación en el difícil arte del acompañamiento para el baile así como su escuela lebrijana que nos llevaba en muchos momento a su paisano desgraciadamente desaparecido Pedro Bacan.
En definitiva una muy buena noche de cate para iniciar el año con una joven pareja de artistas a los que auguramos muchos éxitos en este difícil mundo del flamenco.