El segundo recital del año, celebrado el viernes 24 de enero de 2020, nos trajo a una excelente cantaora gaditana, Manuela Cordero, que venía acompañada por la guitarra de Antonio Carrión. Había interés en la Peña por volver a escuchar a Manuela después de unos años sin visitarnos y la verdad es que no defraudó las expectativas, ya que ella y Carrión ofrecieron un muy buen recital lleno de flamencura con mucho sabor gaditano.
Inicio su actuación cantando una malagueña poco conocida “Los peces mueren de pena” que grabara Bernardo de los Lobitos y que probablemente sea de Chacón pero que Bernardo atribuyó a Gayarrito, un cantaor del que se sabe muy poco. La remató de forma brillante con el fandango abandolao de Frasquito Yerbabuena. Siguió su actuación con una tanda de tangos que ella definió como personales donde se percibían, al inicio, ecos de Manuel Molina y de Enrique Morente y que los cerró con aires canasteros. Su tercer cante fue la soleá, su extenso recorrido por este palo pasó por Cádiz, los Puertos y Jerez, para finalizar con los estilos de la Serneta.
Como no podía ser de otra forma, cantó por cantinas, en concreto por alegrías, en las que se acordó de su paisano Camarón, para luego pasar por Córdoba y volver a Cádiz. Continuó su concierto cantando tanguillos de Cádiz donde puso sobre el escenario, toda la gracia que atesora su cante que estuvo magníficamente secundado por la guitarra de Antonio Carrión. Unas falsetas antiguas y llenas de pureza dieron paso al cante por siguiriyas que recorrieron los Puertos donde destacó por su sentimiento y fuerza interpretativa las famosa siguiriya de Tomás el Nitri “En este rinconcito, dejarme llorar”. Cerro el recital con una larga exposición de cantes por fiestas, donde no dejo de acordarse otra vez de Manuel Molina, también le dedico una letra a su compañero Carrión y finalizó cantando por bulerías la famosa canción mejicana: “Corazón, corazón” para concluir una magnífica noche de flamenco impregnada de aires gaditanos.
La actuación de Antonio Carrión en su estilo, como siempre nos tiene habituados en sus frecuentes visitas a nuestra Peña: magnífico. Toque antiguo, lleno de solera, fuerza y con un compás preciso para llevar el cante en volandas., sin duda uno de los grandes para acompañar al cante.