El pasado viernes asistimos a la segunda actuación del curso 2016/2017 en la Peña el Taranto. En esta ocasión y tras la inauguración de la temporada con Diego de Morao y Lela de Sorderas, tuvimos la suerte de disfrutar con el cante de Curro Lucena y la guitarra de Ángel Mata. El de Lucena es un cantaor clásico y quizás el más genuino representante de los cantes del interior de Andalucía y en particular de la campiña y la serranía que transitan por las provincias de Córdoba y Málaga. Su recital estuvo muy alejado de lo que vienen siendo habitual en los últimos tiempos: cinco o seis cantes con un marcado componente rítmico. Por el contrario, Curro de Lucena nos ofreció una generosa actuación con once cantes donde hubo de todos los estilos y pudimos disfrutar de cantes que apenas se hacen en la actualidad como las Bamberas de la Niña de los Peines, las Livianas y Serranas, o La Caña al estilo de Cayetano Muriel “Niño de Cabra”.
Inició su actuación con Taranto y Minera, como no podía ser de otra forma, estando en Almería según palabras del propio cantaor y lo hizo con gusto y conocimiento. Continuó con una Malagueña de la Trini, preñada de sentimiento, que remató por Rondeñas. Siguió con otro cante poco habitual, La Petenera, donde el estilo de la Rubia de Málaga nos recordó a la Petenera popular que se canta en nuestra provincia. Luego se detuvo, con mucho sabor, en una serie de cantes de Lucena, para, a continuación recordar al jerezano-granadino Cobitos, haciendo la conocida Solea Apolá “me preguntan si te quiero / y yo digo que ni verte…..”. A continuación regresó a los cantes de su tierra, en este caso con las Alegrías de Córdoba, antes de interpretar una sentida y poderosa siguiriya que remató con el cambio de Manuel Molina. La ultima parte del recital nos regaló una serie de cantes poco escuchados como la Bambera, Liviana y Serrana y la Caña, para cerrar la actuación con los Tientos de la Rosa que popularizara Manolo Caracol con el piano de Arturo Pavón.
El definitiva, un recital que nos hizo recordar muchos cantes olvidados, interpretado con genio y sentimiento, por un cantaor largo, clásico, que lejos de livianas interpretaciones, se pelea con el cante, sufre con él, hasta hacérselo sentir al publico.