La cultura de la guitarra flamenca de concierto resulta poco extendida entre las peñas flamencas, orientadas sobre todo hacia el cante y su conservación. En este sentido, es digno de celebrar la iniciativa de la peña “El Taranto” que siempre incluye algunas actividades en torno a la guitarra, bien para el gran público en su ciclo “El Taranto en la calle”, bien para el público más reducido de sus socios y socias, como el brillante recital que ofreció Juan Ramón Caro el pasado viernes 25 de febrero en la sede de la peña, los aljibes árabes medievales de la ciudad de Almería.
El conocido tocaor de Mayte Martín presentó su faceta de compositor y concertista, completada por la de acompañante de una voz catalana original, la de José Martínez “Salaito”, con las palmas de su mujer Ana María Cortés y de su hija. Su recital ofreció la interpretación de siete de los toques de su disco solista “Rosa de los vientos” (Laluz Producciones, Barcelona, 2010). Intervino solo con una soleá de factura clásica, lo habitual en los conciertos de guitarra flamenca, para ir templando su sonanta y conocer la acústica de las bóvedas mágicas del espacio. Tranquilizado por el buen sonido con eco natural que los aljibes de Jairán –una de las maravillas sonoras de la ciudad de Almería- permiten conseguir, disfrutó a partir de entonces con esta posibilidad de matizar, apoyado por la complicidad del resto de sus acompañantes. Una guajira rítmica con palmas, con toda la dulzura en su toque de voces que suele acompañar como las de Mayte Martín o Miguel Poveda, una bulería por rondeña titulada humorísticamente “redeña”, ya que solo desafina la sexta en Re, en lugar de sexta y tercera como es lo normal en la rondeña, con detalles a su manera de Ramón Montoya, un toque libre por minera rematado por alegrías para acompañar la primera intervención original del cante de Salaito, unos fandangos de Huelva donde guitarra solista dialoga en igualdad creativa con el cante de José Martínez, unos tangos donde esta vez dominan las partes solistas y el cante asume sobre todo los estribillos, y la fiesta por bulería para terminar, libre de esquema preestablecido, el juego eterno entre cante, palmas y toque sobre este son endiablado y embriagador. El recital de Juan Ramón Caro permite, a modo de conclusión, ratificar varias impresiones: la profesionalidad y virtuosismo de la guitarra flamenca catalana, su ubicación entre el toque de acompañamiento y el concertismo gracias a un evidente conocimiento y afición por el cante flamenco, detalles de modernidad bien entendida dentro de un concepto clásico del toque solista, con discretas y sugerentes armonías abiertas, comunes a los guitarristas de la ciudad condal (entre otros, Tito Soler, los hermanos Cañizares, Chicuelo o Juan Ramón Caro), con cierto color “mediterráneo”, que lejos de ser un lugar común, refleja unidad en lo que se puede calificar como escuela catalana del toque.
Y para terminar, un detalle ligado a Almería: Ana María Cortés, la mujer de Juan Ramón, es hermana de la cantaora Montse Cortés, familia gitana del barrio de Las Minas con raíces granainas y almerienses que emigraron a Cataluña. Por este motivo, visitan cada verano a varios familiares que residen actualmente en Roquetas de Mar, lugar donde suelen pasar sus vacaciones.
Norberto Torres Cortés