La sede nuestra asociación está situada en la calle Tenor Iribarne, nº 20, en un inmueble de propiedad municipal que estaba destinado antaño a almacén de la brigada municipal de obras, con una vivienda para el jefe de servicio. La llave nos fue entregada por el alcalde de entonces Guillermo Verdejo Vivas, junto al presidente de la comisión de festejos, Ángel Gómez Fuentes.
“En mayo de 1.968, comenzaron las obras de limpieza y acondicionamiento de los locales: se recuperaron y restauraron los elementos de piedra que estaban mejor conservados, así como los paños, arcos y bóvedas de ladrillo que no presentaban excesiva deformación. Se saneó el acabado de ambos materiales en lo imprescindible, sin poder plantearse el aplomado de muros ni la recuperación geométrica de los elementos curvos. Los paños excesivamente alterados se picaron y se volvieron a revestir, bien enfoscados o bien (con el tramo central de la bóveda del fondo) con escayola” (Ángel Jaramillo, arquitecto y socio número 12 de El Taranto, refiriéndose a la primera restauración)”.
El coste de las obras de esta primera restauración de 1.968 fue sufragada por el reducido número de socios de aquellos tiempos. Todos participaron en los gastos que se produjeron, referidos especialmente, a los jornales, materiales y transporte. En el mismo artículo anteriormente citado, Jaramillo escribe:
“Desde aquella primavera de finales de los sesenta el local se ha llenado con frecuencia de arte puro, y su reciente historia de los mejores cantes es ya inseparable de su historia anterior, de su origen árabe. Tanto ese pasado como la realidad presente demandan una intervención acorde tanto con el valor intrínseco de tan singular contenedor, cuanto de la calidad artística que alberga continuamente y con la entidad que la Peña, por derecho propio, ha adquirido dentro del universo del flamenco. Es el momento de que las instituciones locales lo entiendan así y ayuden a dignificar definitivamente el local y poner en valor todo su singular interés arqueológico y arquitectónico. Este es el reto”.
Enlazando con lo anterior, Equipo Alfredo escribe en el libro “La Peña El Taranto: una Historia del Flamenco en Almería (1988-2003):
“Una vez acabados los actos del XXV Aniversario, eufóricos por el éxito, nos pusimos manos a la obra y le encargamos al propio Ángel la redacción de un proyecto para llevar a cabo las reformas que proponía en su escrito. Acabado éste se iniciaron los largos trámites para su aprobación y, sobre todo, para su financiación. Pasaron los años habituales, burocráticamente hablando, en estos casos. Mientras tanto fuimos recabando apoyos, algunos tan importantes como el del presidente de la Junta –en aquel momento, José Rodríguez de la Borbolla- que visitó los aljibes en junio acompañado del entonces ministro de Trabajo, Manuel Chaves. En diciembre del 90 nos visitó el consejero de Cultura, Juan Manuel Suárez Japón, acompañado de los directores generales Pedro Navarro y José Guirao, que nos prometieron “todo el apoyo de la Consejería de Cultura”.
Por fin, el 25 de febrero de 1994, el alcalde de la ciudad, Fernando Martínez, anuncia oficialmente el envío del proyecto y de la solicitud de subvención para realizar las obras a la Consejería de Trabajo. Desatascado el asunto, el 29 de abril de ese mismo año en un acto emotivo celebrado en nuestros aljibes, se firmó el convenio correspondiente entre el Ayuntamiento y la Consejería por el alcalde y el consejero, Francisco Oliva. Las obras, que se llevarían a cabo mediante el sistema de escuela-taller comenzaron diez meses después. Una vez acabados los fondos, sin concluir la obra, ésta quedó estancada varios meses. Una eficaz gestión del alcalde con la Junta de Andalucía consiguió desatascarla mediante una subvención urgente de la Consejería de Obras Públicas por importe de 28.600.000 pesetas para la conclusión de la restauración”. Después de una larga “travesía del desierto” (en un local alquilado en la Plaza Flores), el día 18 de noviembre de 1999 la Peña volvió a celebrar un recital en los aljibes. Enlazando con este acontecimiento, volvemos a citar a Equipo Alfredo:
“El cambio del equipo de gobierno ocurrido en el Ayuntamiento de Almería en junio de 1999 propició un acercamiento entre éste y la Peña. A pesar de que las cosas no han vuelto a ser como fueron, lo cierto es que los recitales han recuperado su espacio natural y El Taranto tiene su sede social en los aljibes, si bien no en el sitio de siempre. En efecto, un convenio suscrito entre el Consistorio y nuestra entidad establece las nuevas condiciones, que nos obligaron a habilitar la terraza, cubriéndola en buena parte (100 metros cuadrados) con una carpa que se ha mostrado sólida y confortable. El bar y la secretaría también se ubican en la planta alta con la máxima dignidad posible. Que no debe ser poca porque ha vuelto a ser un punto de encuentro de la ciudadanía almeriense y de muchos visitantes, algunos de ellos muy significados, como muestra el libro de oro, que ya va por el segundo tomo. Junto a este acercamiento del Ayuntamiento, justo es destacar la ayuda económica de la Junta de Andalucía, impulsada con cariño por el delegado del Gobierno, Juan Callejón. El resto de instituciones almerienses también nos han expresado su apoyo y aprecio, con lo que las aguas han vuelto a su cauce. La situación, repetimos, no es la de antes; sería ideal, en nuestra modesta opinión, volver a un funcionamiento más parecido al que había previo a la reforma. No sólo por nuestro interés egoísta, sino porque los propios aljibes recuperarían una vida cultural y socialmente más rica, como ya la tuvieron durante casi tres décadas. Se ha dicho en repetidas ocasiones que la Peña El Taranto forma parte de la riqueza cultural de la ciudad, que nunca sobró, por cierto. Como muestra, en las conclusiones de las jornadas “Cien años de Flamenco en Almería” que, organizadas por el Instituto de Estudios Almerienses, se celebraron en la primavera de 2001, se afirma que la Peña El Taranto es un patrimonio cultural de Almería. El uso de los aljibes, que siempre estuvo abierto a cualquier actividad cultural de relevancia, podría seguir estándolo. Algunos ejemplos de actividades no relacionadas estrictamente con el flamenco -entre 1968 y 1988- quedaron reflejada en el libro del XXV Aniversario. Desde el 88 hasta hoy tampoco hemos estado ociosos y dejamos en estas páginas algunos ejemplos”.